martes, 8 de marzo de 2011

Nuestros antepasados se avergonzarían de nosotros

Nada qué hacer: los ciudadanos de antes eran de otra estofa.
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Los valientes quiteños de la colonia se rebelaron contra la corona, cuando les impuso la alcabala, que era como un IVA.
Por tan sólo el dos por ciento de las transacciones mercantiles, el cabildo quiteño luchó con denuedo, y fueron reprimidos cruelmente. Sin juicio alguno, los españoles ahorcaron y decapitaron a los caudillos de la revolución, exponiendo sus cabezas en la plaza grande.
Ahora los quiteños empresarios no sólo pagan una “alcabala” (IVA) de seis veces más que sus antepasados; también deben desprenderse de la cuarta parte de sus ganancias como impuesto a la renta, y renunciar a un quince por ciento adicional para repartirlo entre quienes no han invertido un centavo en el negocio... El empresario quiteño trabaja de enero a mayo sólo para pagar impuestos y repartir utilidades.
¿Qué habrían hecho nuestros antepasados contra una alcabala del 12% y regalar las ganancias de cinco meses?