martes, 13 de noviembre de 2012

Contra la misión "Manuela Espejo"

Yo soy una persona muy sensible, preocupada por la “cuestión social”, y quiero hacer algo para aliviar la condición de los pobres y desvalidos, especialmente de los discapacitados.
Como no tengo mucho dinero, ni quiero gastarlo en ayudarlos, ya sé qué voy a hacer.
Reclutaré una tropa de esbirros, quienes irán armados, y solicitarán a los demás contribuciones.
Para motivar a mis secuaces a hacer su “trabajo”, ellos podrán quedarse con la mayor parte de lo que recojan. Lo que sobre, será para mis amados pobres.
¿Ya dije que las contribuciones serán obligatorias? Quien se niegue, igual le quitaremos su “contribución”. Si oculta sus bienes, pues lo secuestramos, hasta que “afloje”. Si huye, le disparamos por la espalda, para escarmiento de los demás. Todo, por los pobres.
«Nadie te da derecho a usar la violencia para apropiarte de lo ajeno», escucho decir a mis detractores. «No te diferencias de un delincuente común».
¡Pero lo voy a hacer en beneficio de los pobres! Yo no me quedaré ni con un centavo. ¡Soy totalmente desinteresado!
«Da igual. El fin no justifica los medios. Usar la violencia para apropiarse de lo de los demás, es inmoral, aunque se lo haga con fines “altruistas”».
Ya sé qué voy a hacer para conseguir ayudar a los pobres y discapacitados. Haré mucha propaganda y convenceré al 51% de la población de que lo que hago, está bien. Es más: les ofreceré repartir con ellos una parte de lo que obtengan mis esbirros. ¿Quién podrá resistirse a una oferta tan tentadora? Si logro que la mayoría me apoye, está bien, ¿verdad?
«No», continúan mis detractores, inconmovibles. «Lo bueno o lo malo, lo justo o injusto, no dependen de la opinión de la mayoría. Un robo, un asesinato, seguirán siendo injustos, aunque la mayoría los apruebe».
Déjenme resumir la posición de mis detractores, a ver si la entiendo bien:
No puedo legítimamente apropiarme de lo ajeno a la fuerza.
No puedo hacerlo ni aunque lo haga por “hacer el bien”, o “desinteresadamente”.
No puedo hacerlo ni aunque la mayoría de la gente esté de acuerdo.
Entonces, si yo no puedo, ¿por qué el gobierno sí puede?
¿Por qué lo que es malo y prohibido para mí, para todos, para cualquier ciudadano, es “bueno y lícito” para algunos ciudadanos que se llaman a sí mismos “gobierno”?
Respuesta: ¡no lo es! ¡Sigue siendo malo, inmoral, ilícito!
Lamentablemente, la mayoría no lo ve así. Están acostumbrados a que haya “alguien que mande”, que “coja, parta y reparta” (y se quede con la mejor parte).
Muchos otros están de acuerdo por interés: esperan que les llegue algo del “reparto del botín” producto de despojar al prójimo. Su conciencia ha sido comprada. Pero eso no cambia la moralidad de esos actos.
Es por eso que la misión “Manuela Espejo”, y el bono “Joaquín Gallegos Lara”, no me producen admiración.
En pocas palabras, se reducen a que unos cogen la plata que quitaron a otros, se quedan con una parte, y usan el resto para hacer obra social..., llevándose el crédito, la gratitud y... los votos de quienes participaron en el “reparto del botín”.
Eso no me parece digno de un premio Nobel de la paz. Menos aún cuando al mentalizador de dicho programa jamás le hemos escuchado oponerse a las arbitrariedades, insultos, y abusos del poder del que forma parte.
¡Vaya! Si se lo otorgaron al presidente Obama...
(quien cobardemente mata con bombardeos a inocentes niños y a quienes intentan rescatarlos, en países pequeños que no pueden evitar dichos bombardeos; quien se jacta de haber perseguido judicialmente a más periodistas que denuncian la corrupción que otros gobiernos; que se arroga el derecho de declarar “terrorista” y asesinar sin juicio alguno a cualquier persona en el mundo; quien usó ampliamente marihuana en su juventud, y sin embargo envía cada año a miles a la cárcel por hacer lo mismo)
..., pueden dárselo a cualquiera. Tal vez le pida a mis esbirros que me nominen para la próxima.

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