Una
turba enardecida y armada entra a un banco y, bajo amenazas, se
apodera del dinero ajeno. ¿Por qué asaltan un banco y no una
librería? Porque en el banco hay más plata, pues.
Otra
turba enardecida y mucho más armada, llamada estado, aprueba una
ley, y bajo amenazas de violencia, se apodera del dinero de los
bancos. ¿Por qué los bancos y no los artesanos? Porque los bancos
tienen más plata, pues.
En
ambos casos el resultado es el mismo: apoderarse de lo ajeno, bajo
amenazas de violencia. Razonan igual: buscan a quienes tienen más
plata.
¿Por
qué en un caso es delito y en el otro no? No hay diferencia alguna.
Permítaseme
abundar. Imagine que es un comerciante de un mercado popular, y está
dentro de la, digamos, “zona de influencia” de la banda de la
Mama Lucha. Constantemente es sometido a extorsiones, a pagar altas
sumas por “seguridad”.
No
sólo eso; ahora también debe entregarle a la Mama Lucha TODA la
información del dinero que usted gasta, para que ella sepa cuánto
puede obligarlo a “redistribuir”.
Pues
eso es lo que ha hecho la asamblea: obligarnos a entregarle en
“bandejita” la información a aquellos que se dedican
profesionalmente a quitarle el dinero al prójimo. Añaden el insulto
a las heridas, como dicen los gringos.
Como
decía Mark Twain, “ni la vida, ni la libertad, ni la propiedad de
nadie están a salvo, mientras la legislatura sesiona”.
La
“mama lucha” y otros extorsionadores exigen altas sumas para NO
secuestrar o darle una paliza a usted o alguien de su familia. El
estado exige altas sumas para NO enviarte a la cárcel (para no secuestrarte,
en otras palabras). ¿Hay alguna diferencia? La única es que en un
secuestro nadie sabe dónde estás; en la cárcel, todos saben dónde
estás, pero nadie te puede sacar. Y en la cárcel te violan, te dan
palizas, etc. Para efectos prácticos, el secuestro estatal es peor.
Ambos
―estado y Mama Lucha― usan el dinero en lo que creen conveniente;
gastos con los que Ud. quizá no esté de acuerdo. No importa; igual
debe pagar, para evitarse daño a usted y sufrimiento a su familia.
Hace
unas semanas leía
un artículo en El Comercio sobre los extorsionadores
en
Quito.
La
semejanza del proceder de éstos con el estado, es desconcertante.
- «A los comerciantes de víveres u otros productos les obligan a pagar dinero para que conserven los puestos y trabajen con “normalidad”». Deje de pagar los impuestos: verá cómo le hacen lo mismo, clausurándole el negocio.
- Un ciudadano «denunció a una persona que permanentemente le exigía dinero a cambio de mantenerlo libre». ¿No nos encarcelan, si no pagamos los impuestos?
- «Los extorsionadores operan con colaboradores. Un grupo cobra la plata, otros se encargan de dar seguridad (brazo armado), otros son tramitadores de documentos y finalmente otro grupo se encarga de lo logístico (conseguir autos, transportar a los colectores de dinero)». ¿Están hablando del estado, o de los extorsionadores?
- «Antes, la mayoría de afectados era comerciantes o empresarios y ahora son profesionales: médicos, abogados, arquitectos, ingenieros ... este viraje delictivo se produce por “los ingresos económicos considerables” de las víctimas». El estado “razona” igual que los extorsionadores.
- «Tras cobrar el dinero, los grupos hacen giros y se reparten las ganancias». Como si hablaran de repartir el dinero de los bancos en “bonos de desarrollo”, que garantizan un electorado fiel.
Por
lo menos, los asaltantes actúan de frente, y uno sabe a qué
atenerse con ellos. El estado en cambio actúa hipócritamente.
Mientras se hace pasar por benefactor de unos, es violento contra
otros. Y si elegimos y reelegimos a los políticos que lo conforman,
somos cómplices de esa violencia.
La
rapiña («robo, expoliación
o saqueo que se ejecuta arrebatando con violencia») nunca es lícita;
ni siquiera para hacer el bien. No seamos cómplices de la violencia
ejercida contra el prójimo. No se puede, por darle limosna a Juan,
amenazar con quitarle la vida/libertad/propiedad a Pedro.
También
los extorsionadores son generosos, y hacen obra social. La
misma Mama Lucha lo hacía. Lo hace la
mafia japonesa durante los desastres naturales. Los
mafiosos pueden ser muy
buenas gentes. Pero que eso no nos impida reconocer la naturaleza
inmoral
de sus actividades, lo ilícito de sus ingresos.
La
sociedad se perjudica por la existencia de grupos que se dedican a
extorsionar a ciudadanos pacíficos, llámense estado o “bandas
de la mama lucha”. No los apoyemos. Avergoncémonos de su
existencia.
«Todo
hombre decente se avergüenza del gobierno bajo el cual vive»
~Mencken.
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